lunes, 6 de septiembre de 2010

Los caprichos de una chica o cómo hacerte odiar en tu primera cita

Todo comenzó cuando, después de muchos años, decidí salir con alguien que me parecía sumamente atractivo, pero siempre que lo veía, yo iba con alguien. Lo describo: 1.90, delgado atlético, con naríz y labios tan perfectos que podían hipnotizarme con la ayuda de sus ojos verdes. Culto, gracioso y con porte masculino de esos que cualquier chica sigue a cada paso cuando se encuentra con un ejemplar así en la calle. La cita era 13 de febrero 10 pm. El plan, tomar un par de cervezas y platicar. Dos de mis amigas lo conocían y juraban que, aunque soy una mamona, perdón, perdón, que aunque soy una mujer selectiva, él iba a lograr tener un buen puntaje en el Principómetro.

Yo, como toda fémina con tres dedos de frente y bajo el afán de conquistar al gremio opuesto, me fui vestida para matar. Llegué al lugar pensando en que hacía mucho que no lo veía y que quizá ni lo reconocería, pero él se veía tan "él", que por poco vendo el honor de toda mujer de mi familia al derretirme entre sus brazos desde el saludo.

Me tomó de la mano y entramos a un bar de música muy de mi estilo, que resultó también ser el suyo. Platicamos de libros, me enteré que estudió diseño y que le gustaba la chela oscura. Me contó sus planes (bebimos), sus historias (bebimos) y sus miedos (y seguimos bebiendo). Me invitó a Cuernavaca e hicimos planes múltiples para vernos en varias ocasiones más.

Las 2.00, estúpida ley! ¿¡Qué no piensan en la gente que por fin encuentra lo que busca!?

Bebimos y bebimos, creo que eso no lo había dicho, o ¿sí? o_o Yo quería pasar más tiempo con él, sí ya sé! ya habíamos quedado de salir después, pero yo lo quería en ese instante y no en otro. Él sugirió que como la distancia entre la Villa y la salida a Cuernavaca era larga y no estaba muy bien como para manejar, pidiera un Taxi y todo el tiempo nos monitoreáramos en el camino para ver cómo íbamos. Al fin y al cabo, nos veríamos al día siguiente (sí, ya teníamos planes de vernos de ahí y hasta el 2012). Pero yo quería estar con él EN ESE MOMENTO y usé el método 542 para conseguir un capricho: poner carita triste. Él uso el mismo y no funcionó, es como cuando todos ponen piedra o todos ponen papel o todos ponen tijera. Así que apliqué la 839: voz rígida y gesto poco gentil.

Me llevó a casa, en el auto noté que, en efecto, ninguno de los dos iba tan lúcido después de 13 cervezas de barril. Ya estaba cerca de casa, a sólo 6 calles y en eso... ALCOHOLÍMETRO. Nuestro primer beso fue entre patrullas, y patrulleros al puro y mero estilo de final de película de Meg Ryan. Al despedirnos me dijo : "te dije que no estaba chido". Me sentí chinche. Se subió a la patrulla y se fue. Pasó por su carro a los 3 días. Ninguno de los dos fue a Cuernavaca,nunca más lo volví a ver.

¿Cuál es la moraleja de esta historia? Uno siempre debe seguir en Twitter a @antiAA_DF ;)

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