domingo, 11 de agosto de 2019

Cuando sueñas con boda...


Hoy desperté con ganas de escribir en este blog (otra vez), y es que mi sueño influyó mucho. Desperté y quería contarlo. Soñé que estaba en una boda. Mi bisabuela decía que soñar con boda es muerte, pero ya perdí el miedo, siempre se me van de a tres y esta semana se fue el tercero, así que los que quedan, por ahora están a salvo.

No recuerdo quiénes se casaban, de hecho, creo que los novios nunca estuvieron ahí, pero la fiesta estaba buenísima. Había muchos rostros conocidos, sobre todo de mi adolescencia, aunque también habían personas de otras etapas de mi vida. 

Todos ahí estábamos bailando con nuestras ropas de gala y de repente el dj quitó la música para pedir sugerencias. Yo, sin pensarlo, exigí una y la grité tanto y tan fuerte (como siempre que me emociono) que él no tuvo más remedio que ponerla. 

Recuerdo que en cuanto comenzó a sonar, yo brinqué como en las fiestas de secundaria a las que me iba sin permiso y en las que brincaba hasta tener dolor de piernas. Cerré los ojos, no sin antes ver que muchas otras chicas de la fiesta también brincaban y cantaban  a garganta completa fingiendo tener un micrófono en la mano despeinándose los chongos tipo fiesta.

No tengo idea de por qué mi inconsciente recordó esa canción (y toda la letra) o de por qué me pareció la rola más pertinente para un casamiento; tendré que tratarlo en la sesión de psicoanálisis, pero sí recuerdo que buscarla y ponerla fue lo primero que hice en la mañana y, mientras me bañaba, canté y bailé como cuando tenía catorce. Ese tiempo en el que mi máximo problema en la vida era jinetear el importe de las caguamas y evitar que mi mamá me oliera a cigarro. 

Les dejo la canción. 






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