martes, 21 de diciembre de 2010

En el pedir está el dar

Uno puede hacer diversos tipos de declaraciones, desde la fiscal hasta la amorosa. Puedes hacerlas bajo una premisa honesta o con una argumentación engañosa. El emisor -en cada palabra, cada gesto- detona una munición insólita que, casi siempre, después de haber cumplido el cometido, regresa a la espalda de su creador. Muchas veces, ni siquiera sabes el peso de estas declaraciones hasta que lo escuchas en bocas ajenas.

Hace un tiempo, mi talón de Aquiles, el único ser que hasta ahora puede hacer de mí lo que quiera y cuando quiera, me buscó sólo para que al final -nuevamente- se marchara con mi corazón en las manos. El diálogo final es imborrable:

Él: Y, por favor, ya no me sigas, ya no me busques.
Yo: Pues, entonces, no te vayas.

Sin duda era una abierta declaración de no-amor vs amor. Después de todo un torbellino de palabras, rencores y besos, él se fue.

Pero no todas las historias con declaraciones similares terminan así. Un diálogo en una boca ajena fue:

Ella: Yo sé que ya no me quieres, pero yo a ti sí... y mucho, así que te chingas.
Él: (Da dos pasos y regresa sobre ellos en dirección a ella, la mira reconociendo a la mujer de noches atrás, de días en ella.) Perdóname.

(Besos, besos, besos y besos mientras vuelven al apartamento)

MORALEJA: Los hombres entienden con groserías. u_u

1 comentario:

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